martes, 8 de enero de 2019

¿Por qué es necesario que contextualicemos las escenas?


Un capítulo se compone de escenas. Cada escena supone una unidad narrativa mínima. Constituye una unidad de lugar, tiempo, acción y punto de vista. Cambiaremos de escena siempre que uno de estos elementos varíe y efectuaremos el paso de una a otra mediante un espacio activo en blanco. Desde el principio de cada escena el lector sabrá quién habla o piensa, dónde, cuándo y el punto de vista desde el que la referimos. Aunque utilicemos diferentes puntos de vista, conviene que relatemos cada una de ellas  desde uno.

Efectuaremos la contextualización sensorial, con un porqué, a lo largo de cada escena. Para llevarla a cabo, tendremos en cuenta los cinco sentidos y los dos sentidos internos. Estamos vivos porque percibimos el mundo que nos circunda mediante los cinco sentidos, y a ellos les aplicamos los dos sentidos internos. Nuestros personajes también estarán «vivos».

Vista, oído, olfato, gusto y tacto constituyen los cinco sentidos.
Imaginación y recuerdos conforman los dos sentidos internos.

Si nuestro argumento lo exigiera, también realizaríamos una contextualización social a lo largo de algunas de las escenas. Por ejemplo, podríamos mostrar hileras de mendigos por las calles principales de la ciudad donde se desarrolla la historia.

Las contextualizaciones sitúan al lector espacial, temporal, sensorial y socialmente. Así, si nuestro protagonista paseara de noche: habría edificios, coches, farolas encendidas, quizá otras personas, etc.


Bueno, no nos demoramos más y damos paso a la página titulada Las contextualizaciones y los detalles.

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