El efecto Rashomon y el contraste suponen
técnicas o recursos narrativos. Si vamos a trabajar alguno de ellos: lo emplearemos en la voz narradora, actividad mental (artículos 25 y 26) o diálogo. El efecto Rashomon y el contraste deben incidir en el
avance argumental.
Los referiremos
desde el punto de vista pertinente.
Efecto
Rashomon
El efecto Rashomon consiste en la revisión de un hecho desde diferentes perspectivas. Todas las interpretaciones serán verdaderas y complementarias. Su nombre procede de la película Rashomon (Akira Kurosawa [1950]). Podríamos tenerlo en cuenta si escribiéramos
un thriller psicológico o una novela
policíaca. Cuidaremos los puntos de vista a
la hora de trabajarlo (un punto de vista por escena) y respetaremos la actividad mental asignada a cada personaje
con punto de vista en tercera persona.
Como ejemplo de novela que contiene este recurso, citaremos Rosaura a las diez (Marco
Denevi).
Los cuatro
evangelios del Nuevo Testamento suponen otro curioso ejemplo de efecto Rashomon. San Mateo, san Marcos, san Lucas y san Juan
relatan la vida y el ministerio de Jesucristo.
Contraste
El contraste consiste en una descripción externa e interna de dos personajes antagónicos y esenciales para el avance del argumento, o por
lo menos uno de ellos. Potenciaremos los aspectos que más los diferencien.
Como ejemplo de novela que contiene este recurso, citaremos La oscura historia de la
prima Montse (Juan Marsé). En esta novela el autor compara los aspectos físicos y
de carácter de las hermanas Claramunt: Montse y Nuria.
El ejemplo paradigmático de la técnica del contraste en
la literatura española lo hallamos en El ingenioso hidalgo don
Quijote de la Mancha. Cervantes la cultiva de modo magistral al describir a don Quijote y a Sancho.
¡Ya sabemos cómo materializar el efecto Rashomon y el contraste!
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