Las digresiones y las historias incrustadas suponen técnicas o recursos narrativos. Si vamos a trabajar alguno de ellos: lo emplearemos en la voz narradora, actividad mental (artículos 25 y 26) o diálogo. Tanto las digresiones como las historias incrustadas constituyen
interrupciones optativas del argumento que no tienen por qué incidir en su
avance; sin embargo, deben otorgarle verosimilitud.
Las referiremos
desde el punto de vista pertinente.
Digresiones
Cuando realizamos una digresión, nos apartamos del asunto
central de nuestro argumento. Podemos intercalarlas en cualquier nivel
narrativo y las dividiremos en partes o las trabajaremos de una vez. Suelen constituir minitramas o anécdotas. Tenemos que anunciar su entrada y su salida. Verificaremos la salida mediante un espacio activo en blanco o un
cambio de capítulo.
Un caso interesante de digresiones aparece en la novela Las flores de Baudelaire (Gonzalo
Garrido). En esta novela la trama principal gira en torno a la
familia Krüger y al asesinato de Anabel Krüger (niña con síndrome de Down). La novela está narrada desde la perspectiva de una
primera persona testigo. El narrador es un fotógrafo que se obsesiona con el suceso. Este narrador va entremezclando la trama de los Krüger con digresiones
sobre su vida.
Historias
incrustadas
Las historias incrustadas suponen tramas que
se imbrican en un argumento del que son ajenas. Podemos intercalarlas en
cualquier nivel narrativo y las dividiremos en partes o las trabajaremos de una vez. Tenemos que anunciar su entrada y su salida. Verificaremos la salida mediante un espacio activo en blanco o un
cambio de capítulo.
Miguel de Cervantes hace un uso magistral de las
historias incrustadas en Don Quijote de
la Mancha. Por ejemplo, intercala en la primera parte de la obra la metanovela El curioso impertinente, leída por el cura Pedro Pérez en la venta
de Palomeque.
A continuación, vamos a citar algunos ejemplos de
historias incrustadas en Don Quijote:
1. La historia de Grisóstomo y Marcela
2. La historia de Cardenio, Luscinda, Fernando y Dorotea
3. La historia de Ginés de Pasamonte
4. La historia del capitán cautivo
Otro ejemplo de historias incrustadas lo hallamos en el
libro Las mil y una noches. En este
libro el sultán Shahriar desposaba, a diario, una virgen y la mandaba decapitar al día siguiente. Era una venganza porque su primera
esposa le había sido infiel. Ya había matado a muchísimas mujeres cuando conoció a
Scheherezade, quien se ofreció contra la voluntad de su padre para aplacar la ira
del sultán. Scheherezade iniciaba una narración cada noche y el
sultán escuchaba gustoso. Al llegar el alba, la interrumpía y durante la noche siguiente la terminaba e iniciaba otra. Unos relatos se encadenan con otros durante mil y
una noches y tres hijos. Con este método el sultán fue entretenido y adoctrinado. Entre estas historias incrustadas se encuentran las de Alí
Babá, Simbad el Marino, Aladino, etc.
Al volver de la
interrupción argumental que supone una digresión o una historia incrustada, tendremos en cuenta las siguientes cuestiones:
1. Si tiene lugar durante una breve conversación, volveremos al mismo punto
espacial y temporal.
2. Si tiene lugar durante un brevísimo viaje en metro (una estación, por ejemplo),
volveremos a un punto espacial diferente y al mismo punto temporal.
3. Si tiene lugar durante un viaje de ida y vuelta, volveremos al mismo punto
espacial y a un punto temporal diferente.
4. Si tiene lugar durante el sueño de una noche, volveremos al mismo punto espacial y a un
punto temporal diferente.
5. Si tiene lugar durante un viaje de ida, volveremos a un punto espacial y
temporal diferente.
¡Ya sabemos cómo ejecutar las digresiones y las historias incrustadas!
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