El estilo literario supone el modo en el que expresamos la
voz narradora, la actividad mental (artículos 25 y 26) y el diálogo para materializar nuestro
argumento. El mejor estilo es aquel que plasma con precisión,
concisión y belleza las ideas que pretendemos transmitir. Se trata de una cuestión personal; no
obstante, hay algunas normas que deberíamos conocer.
Vamos a dividir este tema en tres artículos. En los dos primeros ofreceremos algunos
consejos y en el tercero mostraremos algunas cuestiones que habríamos de evitar.
Pues empezamos con el estilo revelando cinco
pautas básicas:
1. Claridad, brevedad, sencillez y agilidad
Para lograr un estilo caracterizado por la claridad, brevedad, sencillez y agilidad; tendremos en cuenta los
siguientes aspectos:
A. Utilizaremos párrafos breves y de diferentes longitudes. Si un punto y aparte no coincide con final de párrafo, la
situación que estamos relatando gozará de mayor dramatismo.
Ejemplo:
La
sangre corría hirviendo por sus venas. Imágenes y más imágenes abrasaban
las galerías enturbiadas de su cerebro. No podía dejar de pensar en él.
Ni
en ella.
B. Conviene que no escribamos más de treinta y cinco
palabras entre punto y punto.
C. Emplearemos palabras sencillas. Podremos repetir palabras que expresen conceptos como mesa, silla o abrigo si el
contexto lo requiere; sin embargo, nunca repetiremos palabras como vertiginoso.
D. Junto a la brevedad trabajaremos el
circunloquio. Gracias al circunloquio, expresamos las ideas mediante rodeos.
Ejemplo sin circunloquio:
Me
topé con aquel político corrupto.
Ejemplo con circunloquio:
Me
topé con aquel político navegante por los mares de la corrupción.
Nota: Brevedad en literatura no es sinónimo de telegrafía.
Nuestro estilo no será telegráfico aunque relatemos pasajes de este
modo cuando el contexto lo precise.
2. Orden
Para lograr un estilo ordenado, referiremos la
información dentro de cada escena en orden cronológico.
Ejemplo de un fragmento desordenado cronológicamente:
Me
levanté, todavía era de noche. Miré el reloj: las cuatro. La tranquilidad que respiraba mi
apartamento me provocó un escalofrío. Fui
a la cocina y preparé café. Mientras saboreaba su amargura, encendí un Lucky. Faltaban
dos horas para que Javier se levantara y todo empezara de nuevo. Y todo
acabara.
El ejemplo anterior ordenado cronológicamente:
Javier
roncaba a mi lado, todavía era de noche. Miré el reloj: las cuatro. Faltaban dos horas
para que se levantara y todo empezara de nuevo. Y todo acabara.
Me
levanté como una zombi. La
tranquilidad que respiraba mi apartamento me provocó un escalofrío. Fui a la
cocina y preparé café. Mientras saboreaba su amargura, encendí un Lucky.
3. Precisión
Para lograr un estilo preciso, nos guiaremos por la
precisión léxica. A continuación, vamos a mostrar algunos ejemplos:
Uso inapropiado: hacer
preguntas.
Uso apropiado: formular preguntas.
Uso inapropiado:
hacer un viaje.
Uso apropiado: emprender un viaje.
Uso inapropiado: tener
buena salud.
Uso apropiado: gozar de buena salud.
Uso inapropiado: haber
silencio.
Uso apropiado: reinar un gran silencio.
Uso inapropiado: dar
razones.
Uso apropiado: aducir razones.
Uso inapropiado: dar
información.
Uso apropiado: suministrar información.
4. Belleza
Para lograr un estilo dotado de belleza, utilizaremos las
figuras retóricas en los momentos pertinentes. A continuación, vamos a explicar e ilustrar algunas de ellas:
Comparación
La comparación consiste en comparar dos términos porque
entre ellos existe una relación de semejanza.
Ejemplos:
A
veces sentía la locura como
mordiscos de fuego en mis sienes.
Chillaban
como bestias, bestias olvidadas en
su propio olvido.
Me
miró como quien lloraba cada rincón
de su existencia.
Metáfora
La metáfora consiste en una comparación sin el término
comparativo.
Ejemplos:
Bailaba
sola, como ebria de lunas, entre los
asistentes al acto (comparación).
Bailaba
sola, ebria de lunas, entre los asistentes al acto (metáfora).
Luna
como nácar (comparación).
Luna
nacarada (metáfora).
Se
desgarraron gritos como noches
oxidadas (comparación).
Se
desgarraron gritos: noches oxidadas (metáfora).
Me
traspasó aquella nostalgia como un
filo de luz mineral (comparación).
Me
traspasó aquella nostalgia de luz mineral (metáfora).
Escupía
palabras como rayos (comparación).
Escupía
palabras, escupía rayos
(metáfora).
Hipálage
La hipálage consiste en aplicar un adjetivo a un sustantivo que, en realidad, califica a otro sustantivo próximo.
Ejemplos:
La
muchacha se abotonó la escuálida
rebeca.
El
público aplaudía en las ruidosas
gradas.
Personificación
La personificación consiste en atribuir cualidades humanas a animales u objetos.
Ejemplo:
María
se anudó al cuello aquel fular de tulipanes
nerviosos.
Animalización
La animalización consiste en atribuir cualidades de los animales
a personas u objetos.
Ejemplo:
Juan aullaba de dolor.
Cosificación
La cosificación consiste en atribuir cualidades de los
objetos a personas o animales.
Ejemplo extraído de Luces
de bohemia (Ramón del Valle‑Inclán):
Cara de tocino rancio.
Sinestesia
La sinestesia supone una mezcla de sensaciones.
Ejemplo:
Silencio azul y pegajoso.
Silencio: oído.
Azul:
vista.
Pegajoso: tacto.
5. Opciones estilísticas al milímetro
Para lograr un estilo potente, calcularemos al
milímetro las opciones estilísticas. Es decir: cada personaje se expresará con
un lenguaje neutro, natural y sencillo con giros puntuales hacia sus necesidades. Por ejemplo; un personaje petimetre se expresará con un
lenguaje neutro, natural y sencillo, y de vez en cuando empleará un giro
artificioso. Si siempre se expresara como un petimetre, el lector se
sentiría abrumado.
Cuando un personaje vive un momento de tensión, es posible que tartamudee.
Ejemplo:
Pe… pero
¿qué has hecho?
El narrador también es un personaje. El narrador en
tercera persona no es nadie y al mismo tiempo es un personaje privilegiado.
Trabajaremos este narrador de manera impoluta, «sin giros»; solo los aplicaremos en el estilo indirecto libre.
¡Ya conocemos algunas cuestiones básicas de estilo!
No hay comentarios:
Publicar un comentario