El tono supone el «carácter» que queremos imprimir a nuestro texto, y debemos tenerlo claro antes
de lanzarnos a la aventura de escribir una novela. Seremos consecuentes con él desde el principio hasta el final.
No resulta extraño que mezclemos dos o tres tonos; sin embargo, no podemos comenzar a referir nuestro argumento
en un tono nostálgico y hacer un viraje, sin previo anuncio, hacia un tono
surrealista, por ejemplo. Si lo quisiéramos relatar bajo el prisma de los tonos nostálgico
y surrealista, los trabajaríamos de manera simultánea desde el comienzo hasta el desenlace.
A continuación, vamos a mencionar y ejemplificar algunos tonos:
Nostálgico
La nostalgia recrea estados anímicos provocados
por el recuerdo de alguna pérdida (juventud, ilusiones, pareja, amistad, etc.).
Ejemplo: La playa (Cesare Pavese).
Pesimista
El pesimismo incide en los aspectos más
negativos de la realidad.
Ejemplo: La tregua (Mario Benedetti).
Lúgubre
Este tipo de argumento se nutre de aspectos relacionados
con la muerte, la noche, la oscuridad.
Ejemplo: María (Jorge Isaacs).
Desenfadado
El desenfado presenta de forma divertida y
amena los hechos que refiere.
Ejemplo: Ávidas pretensiones (Fernando Aramburu).
Hiperrealista
El hiperrealismo supone un realismo fotográfico. Dentro de esta tendencia se insertan el realismo y el
naturalismo decimonónicos.
Ejemplo de
novela realista: Fortunata
y Jacinta (Benito Pérez Galdós).
Ejemplo de novela naturalista: Los pazos de Ulloa (Emilia Pardo Bazán).
Surrealista
El surrealismo supone un realismo onírico.
Ejemplo: Nadja (André Breton).
Existencialista
El existencialismo escarba en lo absurdo de la condición
humana y aparece poblado por seres vitalmente desenfocados y conscientes de ello. Se trata de personajes carentes de objetivos.
Sus acciones no suponen pasos hacia la consecución de una meta (no la tienen). Sus acciones constituyen errores. Dan vueltas, de manera continua, sobre
un eje inexistente para no llegar a ninguna parte.
Ejemplo: La náusea (Jean‑Paul Sartre).
Irónico
La ironía consiste en expresar lo contrario de lo que alguien piensa. El verdadero sentido ha de quedar patente.
Ejemplo: El licenciado Vidriera (Miguel de Cervantes).
Ingenioso
El ingenio consiste en decir o responder algo no
esperado (dentro de la coherencia) y que encierra alguna nota de humor.
Ejemplo: El ingenioso hidalgo don Quijote de
la Mancha (Miguel de Cervantes).
De
crítica social
Este tipo de argumento plasma las
injusticias sociales.
Ejemplo: Sab (Gertrudis Gómez de Avellaneda).
Basado
en el humor negro
El humor negro se fundamenta en la
desmitificación de la muerte y en la alteración de la escala de los valores
éticos y morales.
Ejemplo: El secreto de la modelo
extraviada (Eduardo Mendoza).
Grotesco
o absurdo
La tendencia del grotesco o absurdo parte de lo peor que
le puede suceder a un personaje, metiéndole en un atolladero. Después recurre
al modo más absurdo para que solucione su situación.
El grotesco o absurdo suele poseer rasgos existencialistas,
de crítica social y del humor negro.
Ejemplos: El extranjero, El mito de
Sísifo, Calígula, El malentendido y El hombre rebelde (Albert Camus). Cinco novelas que retratan la filosofía del absurdo.
Esperpéntico
El esperpento consiste en una corriente literaria creada por Ramón
del Valle‑Inclán. Se caracteriza por la fusión de
pasajes grotescos y líricos en un marco de crítica social ácida.
Ejemplo: Tirano Banderas (Ramón del Valle‑Inclán).
¿Qué tono o tonos elegiremos para referir nuestro argumento?
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