Realidad y ficción


La ficción supone un elemento configurador de la realidad y se erige en una realidad artificial o de diseño ejecutada para entretener al receptor. Provoca una suspensión parcial y temporal de la realidad que le circunda. La ficción es artística.

Ficción literaria argumental: novela, relato, cuento, guion teatral.
Ficción literaria no argumental: poema.
Ficción no literaria argumental: guion cinematográfico.
Didactismo: ensayo. No es ficcional.
Información: artículo. No es ficcional. 

El ensayo y el artículo explican la realidad, no la recrean; por lo tanto, no son «productos artísticos».

Un argumento consiste en una estructura y el cerebro humano funciona reconociendo estructuras. Un argumento se conforma de una o de varias cadenas de acción, y cada cadena de acción constituye una estructura.

Esquema de una cadena acción:
Situación inicial estancada (planteamiento)
Ruptura (primer punto de giro)
Conflicto (dilema vital/decisión [nudo])
Objetivo (nudo)
Lucha por el objetivo con obstáculos crecientes (nudo)
Clímax (último obstáculo [segundo punto de giro])
Final (desenlace)

Arte: recreación o interpretación estética (sensorial [cinco sentidos y dos sentidos internos: imaginación y recuerdos]), poética (belleza) y lúdica (entretenimiento) de un fragmento de realidad que critica y trasciende. Para ejecutar dicha interpretación, se nutre de recursos lingüísticos (literatura), sonoros (música), plásticos (pintura, escultura y arquitectura), interpretativos (cinematografía y teatro), visuales (cinematografía); se nutre de movimientos corporales (danza). No es didáctico, moralizante, adoctrinante, informativo ni persuasivo; sin embargo, debe invitar a una reflexión sobre la condición humana.
El arte supone una manifestación inherentemente humana.
Su finalidad fundamental es la lúdica.
El arte forma parte de la realidad.

Ficción literaria: recreación estética, poética y lúdica mediante palabras de un fragmento de realidad que critica y trasciende. En literatura la palabra es imagen.

Ficción cinematográfica: recreación estética, poética y lúdica mediante recursos interpretativos e imágenes de un fragmento de realidad que critica y trasciende.

La realidad es lo verídico; el arte, lo verosímil o creíble.
Verídico: que contiene verdad.

La realidad se compone de verdad y de mentira. La verdad y la mentira se hallan unidas de modo indisoluble, y no puede ser entendida la una sin la otra.
Verdad: ciencia y filosofía.
Mentira: política (ideología/adoctrina), religión (moraliza), pseudoperiodismo (engaño moralizante, adoctrinante o persuasivo), pseudociencia (libros de autoayuda/engaño moralizante, adoctrinante o persuasivo), publicidad (procede al engaño mediante la persuasión).
Ciencia y filosofía: saberes críticos.
Política, religión, pseudoperiodismo, pseudociencia, publicidad: saberes acríticos.
La filosofía (verdad), para ser ejecutada, requiere un territorio politizado (mentira).

El arte (entretenimiento) forma parte de la realidad. Puede partir de la verdad (invita a la reflexión a través de la sensorialidad y la belleza) o de la mentira (moraliza, adoctrina, persuade).

La realidad se conforma (según el materialismo filosófico de Gustavo Bueno) de materia general y materia interpretada.
Materia general o no interpretada: lo que existe y no conocemos.
Materia interpretada o especial: lo que existe y conocemos.

La materia interpretada se divide en materia primogenérica (M1), materia segundogenérica (M2) y materia terciogenérica (M3).
M1: Materia física
M2: Materia psicológica (emociones y sentimientos)
M3: Materia gnoseológica o conceptual (conocimiento)

Estos tres tipos de materia se hallan indisolublemente unidos, pues sin un cuerpo físico no se puede sentir ni conocer.

La ciencia toma un fragmento de la realidad (física [M1], psicológica [M2] o gnoseológica [M3]) y lo reduce a conceptos; después los estudia, define y clasifica.
El concepto es científico y objetivo.
La ciencia supone un saber crítico de primer grado.

Las ciencias se dividen en empíricas o fácticas (M1 y M2), aplicadas (M3 aplicada a M1) y formales (M3).

Las ciencias empíricas o fácticas se dividen en naturales (M1 [materia física]) y culturales (M2 [materia psicológica]).
Las ciencias naturales se dividen en físicas y biológicas.
Ciencias físicas: física, química, etc.
Ciencias biológicas: biología, genética, botánica, etc.

Las ciencias culturales se dividen en sociales y humanas.
Ciencias sociales (estudian el comportamiento del hombre en la sociedad y sus formas de organización): politología, sociología, psicología, derecho, economía, periodismo, etc.
Ciencias humanas (estudian las manifestaciones inherentes al ser humano): filologías, historia del arte, teoría de la literatura, literatura comparada, crítica literaria, etc.

Las ciencias aplicadas utilizan el conocimiento (M3) para resolver problemas prácticos de la materia física (M1). Medicina, ingeniería, etc.

Las ciencias formales estudian el conocimiento (M3). Lógica y matemática.

La filosofía interpreta subjetivamente mediante ideas el concepto científico.
El concepto es científico y objetivo.
La idea es filosófica y subjetiva.
La filosofía supone un saber crítico de segundo grado. Sin ciencia previa no puede haber filosofía y sin un territorio politizado (mentira) no puede ejecutarse la filosofía (verdad).
La ciencia y la filosofía constituyen saberes críticos.

La política, la religión, la pseudociencia, el pseudoperiodismo y la publicidad configuran saberes acríticos; dado que no se asientan sobre ninguna base científica.

La política se nutre de la demagogia o sofismo: «arte» de convencer con argumentos falsos que tienen apariencia de verdad para satisfacer intereses individuales o gremiales. A un político no le importan las ideas que defiende, lo que persigue es llenarse el bolsillo.

La religión se nutre de argumentos dogmáticos. Dogma: aceptación de un hecho indemostrable como verdad irrefutable. Las religiones se dividen en primarias, secundarias (teístas), terciarias (teístas) y no teístas. Cualquier religión subordina la experiencia humana a un referente. Referente al que dota de un poder numinoso (‘potencia divina’).

En las religiones primarias o animistas (pleistoceno inferior): el referente es el animal. Animal al que se invoca y adora, se caza e ingiere.

En las religiones secundarias o politeístas (por ejemplo, las religiones de la Antigua Grecia y Roma): el referente es un dios antropomorfo. Este dios supone la imagen del hombre que ha vencido al animal y se ha investido de su poder numinoso.

En las religiones terciarias, teológicas o monoteístas (judaísmo, cristianismo, islam): la experiencia humana es sustituida por un referente al que otorgan un poder numinoso (‘potencia divina’). El referente es un dios abstracto, eterno, inmóvil, invisible, inmutable.
La teología no constituye ninguna ciencia porque su objeto de estudio es inmaterial.
La ciencia estudia la realidad. La realidad es material (materia física, materia psicológica y materia gnoseológica) o no es.

En las religiones no teístas (carecen de un dios. Budismo, por ejemplo): el referente puede ser la fuerza interior de cada hombre. Fuerza capaz de vencer la mayoría de las adversidades. Este tipo de religiones suele erigirse en pseudofilosofías; ya que, generalmente, carece de base científica.

La pseudociencia ofrece soluciones irreales a los problemas del hombre mediante los mal llamados libros de «autoayuda». Autoayuda significa ‘ayudarse a sí mismo’, no a los demás. El autor escribiría para ayudarse a sí mismo sin la pretensión de ayudar a los demás. Generan fenómenos editoriales (publicidad y negocio). Se trata, en la mayoría de los casos, de productos «huecos» que carecen de base científica y filosófica.

El pseudoperiodismo consiste en un periodismo subjetivo que distorsiona la información. Está destinado a satisfacer intereses gremiales y engañar al pueblo.

La publicidad se nutre de la creación de necesidades irreales para después ofrecer productos que las satisfagan. Su eslogan encubierto sería: si quieres que tu vecino te envidie o admire, compra X.
La publicidad «vende» ilusión.
La publicidad persuade.
Hunde sus raíces en una de las necesidades psíquicas atemporales de la condición humana: la necesidad de ser admirado. También hace alusiones continuas a una sexualidad degradada y degradante, como consecuencia de la sociedad hipersexualizada en la que vivimos. Por ejemplo, si utilizas el champú X, serás deseado por tus congéneres.


El problema de la sociedad occidental actual radica en que el 80 % de su «realidad» se alza sobre la mentira. Lo equilibrado sería 50 % verdad y 50 % engaño. Esto puede observarse claramente en los estudios de las ciencias sociales y humanas. En este ámbito se estudian teorías pseudofilosóficas que no se asientan sobre ninguna base científica. Evidentemente, para satisfacer intereses individuales o gremiales.

El objetivo de la clase dirigente estriba en la formación de una masa popular que crea que razona críticamente mientras lo hace acríticamente.


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