La creatividad es un don inherente a la esencia humana, y solo llega cuando salimos a buscarla. Forma parte de la
imaginación, la cual «viste» con imágenes nuestros pensamientos. Seremos más o menos creativos; no obstante, por poco que lo seamos, siempre podremos ayudarnos de técnicas que potencien
nuestra imaginación.
Esas técnicas las revisaremos en el siguiente artículo, en este vamos a analizar los conceptos de creatividad e inspiración.
Creatividad
La creatividad supone la aptitud para inventar, y el cerebro humano no crea de la nada. Para crear, necesita recibir estímulos y una
vez que los ha recibido: reconoce patrones o estructuras y asocia ideas.
Además, cuando estamos en contacto con la creatividad de los otros: la nuestra
se estimula. Por lo que leeremos novelas y veremos películas con espíritu
crítico, aunque sin dejar de disfrutarlas. Siempre estaremos dispuestos a encontrar nuevas
ideas en las novelas que leemos y en las películas que vemos.
A continuación, vamos a enumerar algunas de las preguntas
básicas que nos formularemos al leer una novela:
― ¿Cómo hablan, actúan y piensan sus personajes?
― ¿Cuál es la trama principal? ¿Y las secundarias?
― ¿Cómo
avanza el argumento?
― ¿Qué recursos utiliza el autor para mantener nuestra
atención?
― ¿En qué tipo de contexto imaginario se inserta el
argumento?
― ¿Cuál es la voz narradora y el punto de vista elegidos
por el autor?
― ¿Qué mensaje nos transmite?
Leeremos novelas y veremos películas que nos gusten para inspirarnos. Escribiremos el tipo de novela que nos gustaría leer. Escribiremos acerca de lo que nos gusta, nos
interesa, sabemos o queremos comprender.
Apunte: Las mejores novelas son las que expresan mediante la
sencillez ideas muy trabajadas. Ideas que articulan la esencia humana general:
necesidad de sentirnos seguros, de adentrarnos en lo desconocido, de formar
parte de un grupo, de sentirnos amados, admirados, de encontrar un
sentido a nuestra existencia; miedo al fracaso, al dolor, a la enfermedad, a la
muerte; ansia de poder, de libertad, etc. Y es que una novela expresa lo universal de manera
particular.
Aprenderemos continuamente: el escritor
es un ser ávido de conocimiento. Analizaremos lo que nos gusta como lectores y lo aplicaremos a nuestra práctica como escritores. Llevaremos siempre una libreta para anotar situaciones, sentimientos, frases, etc., que llamen nuestra atención. Todo lo que anotamos va conformando nuestro «jardín» mental de ideas. Todos los días nos asomaremos a él con la intención de asociar algunas de ellas. Hemos de tener en cuenta que una sola idea, por buena que
sea, no sustenta ni siquiera un relato.
Continuando con esta práctica, un día nos daremos cuenta
de que varias ideas ya están lo suficientemente maduras para conformar una
historia. A partir de este momento, empezaremos a crear nuestra novela. Seguiremos un régimen de trabajo bien definido bajo el prisma
de la planificación, y nunca olvidaremos que su exceso bloquea el
fluir de la creatividad.
Seremos conscientes de que las ideas se tienen y las historias se construyen. Las historias se construyen asociando coherentemente
diferentes ideas. Cuanto más dispares: mejor. Y una vez que conocemos la historia, edificaremos el
argumento.
Pero ¿qué es una historia? Pues una historia consiste en una trama principal o varias tramas
principales. ¿Y un argumento? Pues un argumento supone el conjunto de tramas principales y
secundarias que configuran una novela.
Si nuestra novela se conforma de una trama principal más
diferentes tramas secundarias, la trama principal constituye su hilo conductor y aparece en todos los capítulos. Si nuestra novela se conforma de varias tramas
principales más diferentes tramas secundarias, las tramas principales
constituyen su hilo conductor y aparecen en todos los capítulos. Las tramas secundarias otorgan verosimilitud al hilo
conductor y no aparecen en todos los capítulos.
Conclusión: Estimularemos de modo continuo nuestra
creatividad. Lo haremos recibiendo estímulos, reconociendo
patrones y estructuras, asociando ideas, manteniéndonos en contacto con la
creatividad de los otros, analizando sensorial y espiritualmente el mundo que
nos rodea, diseccionando físicamente nuestras emociones, estudiando nuestros
estados depresivos y de euforia, y aprovechando cada segundo de nuestra existencia.
Y es así, ni más ni menos, cómo funciona la creatividad.
Inspiración
Inspiración significa literalmente ‘recibir el aliento’.
Según Pablo Picasso: «La inspiración existe, pero tiene que encontrarte
trabajando». La inspiración no llega a nosotros de la nada. La encontramos porque vamos a buscarla, y puede
estar en cualquier parte. Podemos encontrar ese impulso que nos obliga a escribir mientras escuchamos la radio, vemos el Telediario, leemos el Hola o escuchamos una conversación en el metro.
Por lo tanto, estaremos siempre con la «antena
puesta». Viviremos activamente cada segundo aunque estemos tumbados en el sofá.
Y debemos vivir así porque nunca sabemos ni dónde ni cuándo hallaremos la
inspiración. Viviremos las veinticuatro horas como escritores pese a que solo podamos escribir quince minutos al día.
Analizaremos sensorialmente todas las escenas en las
que estamos inmersos (escena: unidad de lugar, tiempo, acción y punto de
vista). A la sensorialidad externa le añadiremos la
sensorialidad interna.
Sensorialidad externa: los cinco sentidos. Estamos vivos
porque percibimos la realidad mediante los cinco sentidos. Nuestros personajes
también lo estarán.
Sensorialidad interna: imaginación y recuerdos o memoria.
A estos siete sentidos podríamos añadirle otro: ¿cuál? Pues el sentido común. El sentido común es importantísimo para nosotros como
escritores; ya que cada aspecto de nuestra novela (por minúsculo que sea) estará dotado de coherencia, lógica, verosimilitud, un porqué
y una justificación.
Nada aparece porque sí, cada información tiene que cumplir una de estas tres
funciones básicas:
― Hace avanzar el argumento.
― Otorga verosimilitud al desarrollo del argumento.
― Desvía la atención del lector.
Si cualquier información no cumpliera ninguna de estas tres
funciones, la eliminaríamos sin remedio. Si, por ejemplo, hubiéramos trabajado una descripción preciosa; pero no aportara nada a nuestra novela, la
guardaríamos para otra ocasión.
Conclusión: Como artistas, aprenderemos a ver lo que para los demás pasa inadvertido. Viviremos de manera activa cada segundo y diseccionaremos físicamente
nuestras emociones.
Para cerrar este apartado, vamos a indicar un ejercicio
que puede resultar de gran utilidad en nuestra formación como escritores. Tomaremos una
novela de nuestro autor favorito y reescribiremos una de sus páginas con
nuestras propias palabras.
Tipos de
inspiración
Inspiración interna
La inspiración interna surge en cualquier momento (una
imagen, una noticia, una conversación, etc., despierta algo en nuestro
interior) y nos impulsa a escribir.
Inspiración externa
La inspiración externa resulta de gran utilidad cuando
sentimos el deseo de escribir; sin embargo, no sabemos de qué. Ante esta situación, podríamos hacer uso de alguno de sus múltiples mecanismos.
Este tema, debido a su extensión, lo desarrollaremos en
el siguiente artículo.
Inspiración mixta
La inspiración mixta resulta de la conjunción de la
inspiración interna y de uno o varios mecanismos que rigen la inspiración externa.
Curioso, ¿no?
¡Pues ya tenemos claros los pilares que sustentan la
imaginación del novelista!
Y en el próximo artículo vamos a analizar diferentes técnicas que facilitan la
llegada de la inspiración.
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