A. TEORÍA. 1. ¿Qué es una novela?

  
Una novela supone una interpretación estética, poética y lúdica de un fragmento de realidad que critica y trasciende. Expresa lo universal mediante lo particular y nunca será didáctica; no obstante, invitará a la reflexión. Escarba en la parte oculta y oscura de la condición humana. Su finalidad es la de entretener al lector.

La novela etiquetada con los marbetes de ciencia ficción y fantasía consiste en una interpretación de lo desconocido a partir del mundo real.

La novela constituye una heterogeneidad homogénea; esto es, los múltiples elementos que la conforman se fusionan configurando una entidad de índole superior. El ensamblaje de sus piezas ha de ser invisible.

Simboliza un recorrido vital a pesar de que su argumento pudiera desarrollarse en una semana. El protagonista tiene un objetivo. Su objetivo se halla lejos y es difícil. Este objetivo se convierte en una necesidad vital para él; entonces, se verá abocado a luchar. Durante su «lucha» encontrará diferentes obstáculos (en orden creciente) y él los sorteará unas veces triunfando y otras fracasando. Al final, lo conseguirá o no. Estos obstáculos representan las dificultades que todos los humanos encontramos a lo largo de nuestra vida.

Retomando la idea de que una novela supone una interpretación de una parcela de la realidad trascendida, aclararemos que la realidad abarca lo verídico y la novela, lo verosímil. Toda novela ha de ser verosímil; es decir, creíble. Nuestra novela será creíble aunque sus personajes sean tazas, marcianos o zombis. Una novela jamás será verídica, pues sus personajes no habitan el mundo real (sean funcionarios o sean vampiros). Hay personas que erróneamente piensan que una novela protagonizada por sirenas y marcianos es inverosímil. Está bien, podría serlo si fuera el producto de un mal escritor. En sus manos hasta un funcionario estampando un sello resultaría inverosímil.

Si nuestros personajes son arañas mutantes extraterrestres, serán verosímiles. Y no las dotaremos de credibilidad; a menos que las confiramos proyección psicológica, un pasado y objetivos vitales difíciles de alcanzar. Para materializar estos objetivos, tendrán que luchar y en su lucha encontrarán obstáculos. Además, sus comportamientos gozarán de razones y motivos justificados.

La novela trasciende la realidad, porque en la realidad no hay un argumento y hay casualidades. En la novela, por el contrario, hay un argumento y no hay casualidades. Toda la información que en ella aparece poseerá un porqué y una justificación. En una novela muy poco se explica; ya que los personajes surgen en su actuar, pensar y decir.

En el universo de una novela lo que es obvio se elide. La novela incide en lo extraordinario de lo ordinario del contexto imaginario recreado. Si nuestro protagonista entra en el cuarto de baño, no reparará en el retrete: obvio. Solo lo verá si sobre él descansa una «araña gigante y peluda». Entonces, ¡pongamos muchas arañas gigantes y peludas (metafóricamente hablando) en el devenir de nuestro argumento!

Según Marcelo di Marco: una cama implica una habitación y no describiremos la habitación si no hay un porqué. Toda la información que aparezca en nuestra novela poseerá una razón justificada. Nada estará porque sí, ni siquiera el más mínimo detalle.

Toda información responderá a uno de estos tres puntos:
Incide en el avance del argumento.
Otorga verosimilitud al avance del argumento.
Abre una expectativa falsa.

Si alguna información no responde a ninguno de estos tres puntos, la eliminaremos.

La novela siempre gira en torno al mismo eje: el hombre y sus problemas. Este asunto viene trabajándose en literatura desde antes de Homero y ha llegado hasta nuestros días. El hombre y sus problemas se escinde en el hombre contra el mundo y el hombre contra sí mismo. El hombre contra el mundo y el hombre contra sí mismo se divide en vida, amor y muerte; que son los tres temas universales de la literatura. El resto se deriva de ellos.

La literatura siempre se refiere al hombre y sus problemas pese a que sus personajes sean tazas, perros, marcianos o zombis. De este modo, la originalidad en literatura reside en contar lo mismo, una y otra vez, desde sensibilidades y visiones del mundo diferentes. En nuestra novela contaremos lo que ya contaron otros, pero desde nuestra sensibilidad y visión del mundo.

El arte escarba en la esencia del ser humano y en sus necesidades psíquicas elementales y atemporales: necesidad de seguridad, aventura, pertenencia a un grupo, ser amado y admirado. En realidad, somos bastante poco originales y muy predecibles. El arte, por lo tanto, constituye una forma de autoconocimiento. Autoconocimiento de la esencia que compartimos como humanos.

Conclusión: Una novela entretiene, empuja a vivir otras vidas (metafóricamente), crítica de modo velado la parcela de la realidad que interpreta y trasciende, e incita a meditar sobre la condición humana.


¡Ya sabemos qué es una novela!


Y en el próximo artículo vamos a reflexionar acerca del argumento.


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