La metaliteratura y los sueños suponen técnicas o recursos
narrativos. Constituyen
interrupciones argumentales optativas que deben incidir en el avance de la historia.
Los referiremos
desde el punto de vista pertinente.
Metaliteratura
Metaliteratura significa ‘literatura dentro de la
literatura’. La llevaremos a cabo insertando en nuestro argumento un poema, una pequeña obra
de teatro, una nota, una carta, etc. La intercalaremos en cualquier nivel
narrativo; no obstante, lo más frecuente es imbricarla en la voz narradora.
El uso de la metaliteratura supone una interrupción del
hilo argumental, por lo que solo la utilizaremos para ofrecer información relevante. Tenemos que anunciar su entrada y su salida. Además, verificaremos la salida mediante un espacio activo en blanco o
iniciando otro capítulo. Una vez que hayamos salido, volveremos al mismo
punto espacial y temporal en que quedó el argumento antes de la interrupción. Aunque también puede aparecer en forma de estilo directo, integrada con las palabras anteriores y posteriores, y sin la necesidad del espacio al concluirla.
No olvidaremos que, si citamos palabras textuales de
otro autor, estamos obligados a mencionar la fuente. La citaremos debajo del párrafo o a pie de página.
Escribiremos la metaliteratura en cursiva; ahora bien, si es muy larga, podremos optar por la redonda. Hay autores que prefieren las comillas angulares. No importa la opción que elijamos, lo primordial es que seamos coherentes con ella. Si en nuestra novela vamos a escribir
tres casos de metaliteratura: escribiremos los tres en cursiva o los tres entre
comillas angulares.
En el íncipit de El
silencio de las sirenas, Adelaida García Morales incluye un caso breve de
metaliteratura en estilo directo.
Elsa se
despidió de mí con una breve carta: «María, te dejo estos regalos, consérvalos
si quieres. ¿Volveremos a encontrarnos? Un beso». Y se olvidó de firmar.
Sueños
Los sueños evocan realidades dislocadas. Los
insertaremos en la descripción del narrador o en la actividad mental del
personaje con punto de vista (artículos 14, 25 y 26).
El uso de los sueños supone una interrupción del hilo
argumental, por lo que solo los utilizaremos para ofrecer información relevante. Tenemos que anunciar su entrada y su salida. Además, verificaremos la salida mediante un espacio activo en blanco o
iniciando otro capítulo. Una vez que hayamos salido, volveremos al mismo
punto espacial (no temporal) en que quedó el argumento antes de la
interrupción.
No hay una forma concreta para reproducirlos, así que elegiremos nuestro modo y seremos consecuentes con él. Los sueños están muy vinculados con el fluir de
conciencia. Por lo general, realizaremos el fluir de conciencia en cursiva (cuando
el narrador sea una tercera persona) y podremos «romper» las normas de puntuación y sintaxis.
Un ejemplo cinematográfico de estructura que reproduce un
sueño es la película El mago de Oz (1939). Película basada en el libro infantil El
maravilloso mago de Oz (1900), escrito por Lyman Frank Baum e ilustrado por
William Wallace Denslow. Este libro narra las aventuras de una niña llamada
Dorothy Gale. Dorothy y su perro Totó son llevados por un ciclón desde
su hogar, ubicado en Kansas, hasta un país fantástico. Allí viven toda suerte de aventuras y hacen amigos. Finalmente, Dorothy desea volver con su familia y despierta en su
cama tras haber estado enferma.
En esta obra todo el argumento se centra en un sueño.
Sin embargo, también podríamos insertar pequeños sueños del protagonista que
revelaran acontecimientos importantes. Estos sueños supondrían analepsis y prolepsis.
¡Ya sabemos cómo efectuar la metaliteratura y los sueños!
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