33. La gestión de la información


La gestión de la información que conforma nuestra novela es muy importante.

A continuación, vamos a mencionar nueve puntos que serán de gran utilidad a la hora de efectuar esta labor:

1. El lector siempre estará ubicado. Desde el principio de cada escena sabrá quién habla o piensa, dónde, cuándo y el punto de vista desde el que la referimos; salvo que haya una razón de peso para que no conozca alguna de estas indicaciones.

2. Toda información poseerá un porqué y una justificación. Incidirá en uno de los siguientes aspectos:
― Verosimilitud del avance argumental
― Desvío del avance argumental (expectativa falsa)

Si cualquier información no repercute en alguno de los tres puntos anteriores, la eliminaremos.

3. Redactaremos la información dentro de cada escena en orden cronológico.

Ejemplo de un fragmento desordenado cronológicamente:
Me levanté, todavía era de noche. Miré el reloj: las cuatro. La tranquilidad que respiraba mi apartamento me provocó un escalofrío. Fui a la cocina y preparé café. Mientras saboreaba su amargura, encendí un Lucky. Faltaban dos horas para que Javier se levantara y todo empezara de nuevo. Y todo acabara.

El ejemplo anterior ordenado cronológicamente:
Javier roncaba a mi lado, todavía era de noche. Miré el reloj: las cuatro. Faltaban dos horas para que se levantara y todo empezara de nuevo. Y todo acabara.
Me levanté como una zombi. La tranquilidad que respiraba mi apartamento me provocó un escalofrío. Fui a la cocina y preparé café. Mientras saboreaba su amargura, encendí un Lucky.

4. Dosificaremos los datos sensoriales y sociales pertinentes a lo largo de cada escena.

5. No repetiremos información en los niveles narrativos:
            ― Voz narradora (nivel narrativo 1)
― Actividad mental (nivel narrativo 2 [artículos 25 y 26])
― Diálogo (nivel narrativo 3)

Si en alguno de los tres niveles utilizamos analepsis, raccontos, prolepsis, metaliteratura, sueños, efecto Rashomon o contrastes: será para ofrecer información relevante respecto al devenir argumental. Estas informaciones no serán repetitivas y complementarán las informaciones anteriores o posteriores.

Si en alguno de los tres niveles utilizamos digresiones o historias incrustadas, será para ofrecer información que otorgue credibilidad al desarrollo argumental. Estas informaciones no serán repetitivas y complementarán las informaciones anteriores o posteriores.

A. No repetiremos información en acotación y diálogo, serán complementarios.

Ejemplo:
—Perdóneme. —Margarita se disculpa, baja el tono.

B. No describiremos y resumiremos una misma información.

Ejemplo:
Manuel estaba muy enfadado (resumen/abstracción) y salió dando un portazo (descripción/plano físico).

Corrección:
Manuel salió dando un portazo.

C. No mostraremos y sugeriremos una misma información.

Ejemplo:
Cuando la enfermera entregó el espejo a Matilde, vio que tenía la cara hinchada y llena de cardenales (muestra/plano físico). Tuvo que taparse la boca para no gritar (sugiere/plano físico).

Corrección:
Cuando la enfermera entregó el espejo a Matilde, tuvo que taparse la boca para no gritar.

Si optamos por la sugerencia, dejaremos un espacio para la imaginación del lector.

6. Respetaremos el espacio destinado a la imaginación del lector.

A. Las elipsis funcionales forman parte de ese espacio. Voltaire: «El secreto de ser aburrido es contarlo todo». Las elipsis funcionales suponen aquellos momentos de nuestro argumento que elidimos, ya que no tienen ninguna relevancia para su evolución. Por lo tanto, no mostraremos a nuestro protagonista lavándose los dientes si no va a ocurrir nada importante en esa escena; el lector ya asume que se los lava.

B. La recreación física de la abstracción, sin mencionarla, también forma parte de ese espacio. Así, no diremos que Alfonso estaba feliz; pero sí que Alfonso sonreía y saludaba a todo el mundo. En la segunda oración el lector ya deduce el estado de ánimo de Alfonso.

C. Dejando de lado las abstracciones, tampoco diremos que Hacia nosotros avanzaba un hombre en bicicleta; pero sí que Hacia nosotros avanzaba un ciclista. La bicicleta está incluida en el espacio reservado para el lector.

D. No mostraremos o recrearemos información desagradable o sexual que repercuta en el avance del argumento, simplemente la sugeriremos. Si decimos que Cuando la enfermera entregó el espejo a Matilde, observó con una mueca de espanto su cara hinchada y plagada de cardenales; no estaremos dejando espacio al lector para que imagine. Pero, si decimos que Cuando la enfermera entregó el espejo a Matilde, observó su cara con una mueca de espanto, su imaginación «se disparará».

Ojo: Muchas veces tendremos que recrear escenas escabrosas o sexuales. Todo, en literatura, depende del contexto.

E. Para terminar con el espacio reservado para la imaginación del lector; mencionaremos que si nuestro protagonista entra en el cuarto de baño, no reparará en el retrete: obvio. Solo lo verá si sobre él descansa una «araña gigante y peluda». Es decir, nos centraremos en lo extraordinario dentro de lo ordinario de nuestro contexto de ficción. Así que ¡pongamos muchas arañas gigantes y peludas (metafóricamente hablando) en el devenir argumental! De igual modo, una cama implica una habitación y no describiremos la habitación si no hay un porqué. El lector «amuebla» con su propia experiencia vital los escenarios y nosotros solo los recrearemos cuando haya un porqué y una justificación.

7. Si dramatizamos (plano físico) información poco relevante o explicamos/resumimos (abstracción) información relevante: confundiremos al lector. Si nuestro protagonista va a comprar el pan y realizamos una descripción sensorial de la panadería, pero esta panadería nada tiene que ver con el desarrollo del argumento: cabrearemos al lector. Por el contrario, si para su evolución es importante que el lector se sumerja en la sensorialidad de la misma y simplemente le decimos que era muy bonita: le dejaremos insatisfecho. Entonces, decidiremos con precisión qué informaciones dramatizaremos y qué informaciones explicaremos.

Dramatizaremos mediante los diálogos (excepto el diálogo indirecto), la actividad mental (artículos 25 y 26) y la descripción del narrador. La dramatización muestra/recrea o sugiere (plano físico) e incide en el avance argumental. No obstante, las abstracciones no quedan totalmente excluidas de ella. Las utilizaremos cuando supongan el modo más rápido de llegar a la mente del lector.

Explicaremos (abstracción) mediante el diálogo indirecto y el resumen del narrador. La explicación otorga verosimilitud al devenir argumental. Sin embargo; también podremos recrear físicamente alguna abstracción en el ámbito del resumen, si nuestro argumento y estilo lo requieren. Las acotaciones suelen suponer indicaciones o explicaciones del narrador para situar al lector.

8. Dosificaremos la información de las expectativascontextualizacionesdetallesNinguna información, detalle, gesto, tic, coletilla, símbolo, alegoría, leitmotiv, etc., habríamos de repetirlo más de diez veces a lo largo de la novela. Espaciaremos estas repeticiones.

9. Por último, distribuiremos la carga informativa. Para ilustrar este apartado, recurriremos al programa 77. «El secreto de una descripción equilibrada», Marcelo di Marco. Taller de corte y correcciónEn este programa corrige un fragmento de un texto de una alumna.

A continuación, presentamos el fragmento sin corregir:
Lo que recuerdo bien es su gran nariz curva, y el largo de su rizado pelo oscuro. ¡Y los ojos! ¿Cómo no percibir desde lejos su impresionante brillo? Yo solo había visto esa mirada de héroe o de villano en las películas o en alguna ópera de tema bíblico.
Avancé unos pasos hacia el resplandor de esos ojos, pero no pude seguir: me detuve en seco al advertir que le pendía del flanco una especie de daga o sable.

Lo resaltado en versalitas indica que hay una carga muy fuerte en esa parte del texto. Está descompensado y podría «hundirse».

Para corregirlo, Marcelo di Marco distribuye la información:
Lo que recuerdo bien es su gran nariz curva, y el largo de su rizado pelo oscuro. ¡Y los ojos! ¿Cómo no percibir desde lejos su impresionante brillo? Yo solo había visto esa mirada en las películas o en alguna ópera de tema bíblico.
Avancé unos pasos hacia el resplandor de esos ojos de héroe o de villano, pero no pude seguir: me detuve en seco al advertir que le pendía del flanco una especie de daga o sable.


¡Ya conocemos las pautas básicas en relación con la gestión de la información a la hora de redactar nuestro argumento!

Y en el próximo artículo empezaremos a reflexionar acerca de cómo trabajar nuestro estilo literario.

Nota: Respecto al estilo literario, hay unas normas generales que deberíamos seguir. Una vez asimiladas, desarrollaremos nuestro estilo (único e intransferible).


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