La gestión de la
información que conforma nuestra novela es muy importante.
A continuación, vamos a mencionar nueve puntos que serán de gran utilidad a la hora de efectuar
esta labor:
1. El
lector siempre estará ubicado. Desde el principio
de cada escena sabrá quién habla o piensa, dónde, cuándo y el punto de vista desde el que la referimos; salvo que haya una razón de peso para
que no conozca alguna de estas indicaciones.
2. Toda información poseerá un porqué y una
justificación. Incidirá en uno de los siguientes aspectos:
― Verosimilitud del
avance argumental
― Desvío del avance
argumental (expectativa falsa)
Si cualquier información no repercute en alguno de los tres puntos anteriores, la eliminaremos.
3. Redactaremos
la información dentro de cada escena en orden cronológico.
Ejemplo de un
fragmento desordenado cronológicamente:
Me levanté, todavía era de noche. Miré
el reloj: las cuatro. La tranquilidad que respiraba mi apartamento me
provocó un escalofrío. Fui a la cocina y
preparé café. Mientras saboreaba su amargura, encendí un Lucky. Faltaban dos horas
para que Javier se levantara y todo empezara de nuevo. Y todo acabara.
El ejemplo
anterior ordenado cronológicamente:
Javier roncaba a
mi lado, todavía era de noche. Miré el reloj: las cuatro. Faltaban dos horas para que
se levantara y todo empezara de nuevo. Y todo acabara.
Me levanté como
una zombi. La tranquilidad
que respiraba mi apartamento me provocó un escalofrío. Fui a la cocina y preparé café. Mientras saboreaba su
amargura, encendí un Lucky.
― Diálogo (nivel narrativo 3)
Si en alguno de
los tres niveles utilizamos analepsis, raccontos, prolepsis,
metaliteratura, sueños, efecto Rashomon o contrastes: será para ofrecer
información relevante respecto al devenir argumental. Estas
informaciones no serán repetitivas y complementarán las informaciones anteriores o
posteriores.
Si en alguno de
los tres niveles utilizamos digresiones o historias incrustadas, será para ofrecer información que otorgue credibilidad al desarrollo argumental. Estas
informaciones no serán repetitivas y complementarán las informaciones anteriores o
posteriores.
A. No
repetiremos información en acotación y diálogo, serán complementarios.
—Perdóneme.
—Margarita se disculpa, baja el tono.
B. No
describiremos y resumiremos una misma información.
Ejemplo:
Manuel estaba muy
enfadado (resumen/abstracción)
y salió dando un portazo (descripción/plano físico).
Corrección:
Manuel salió dando
un portazo.
C. No
mostraremos y sugeriremos una misma información.
Ejemplo:
Cuando la
enfermera entregó el espejo a Matilde, vio que tenía la cara hinchada y
llena de cardenales (muestra/plano
físico). Tuvo que taparse la boca para no gritar (sugiere/plano
físico).
Corrección:
Cuando la
enfermera entregó el espejo a Matilde, tuvo que taparse la boca para no
gritar.
Si optamos por
la sugerencia, dejaremos un espacio para la imaginación del lector.
6. Respetaremos
el espacio destinado a la imaginación del lector.
A. Las
elipsis funcionales forman parte de ese espacio. Voltaire: «El
secreto de ser aburrido es contarlo todo». Las elipsis
funcionales suponen aquellos momentos de nuestro argumento que elidimos, ya que no
tienen ninguna relevancia para su evolución. Por lo tanto, no
mostraremos a nuestro protagonista lavándose los dientes si no va a ocurrir nada importante en esa escena; el lector ya asume que se los lava.
B. La recreación física de la abstracción, sin
mencionarla, también forma parte de ese espacio. Así, no diremos que Alfonso estaba feliz; pero sí que Alfonso sonreía y saludaba a todo el mundo. En la segunda oración el lector ya deduce el estado de ánimo de Alfonso.
C. Dejando de lado las abstracciones, tampoco diremos
que Hacia nosotros avanzaba un hombre en bicicleta; pero sí que Hacia
nosotros avanzaba un ciclista. La bicicleta está incluida en el espacio
reservado para el lector.
D. No mostraremos o recrearemos información
desagradable o sexual que repercuta en el avance del argumento, simplemente la
sugeriremos. Si decimos que Cuando
la enfermera entregó el espejo a Matilde, observó con una mueca de
espanto su cara hinchada y plagada de cardenales; no estaremos dejando
espacio al lector para que imagine. Pero, si decimos
que Cuando la enfermera entregó el espejo a Matilde, observó su cara
con una mueca de espanto, su imaginación «se
disparará».
Ojo: Muchas veces
tendremos que recrear escenas escabrosas o sexuales. Todo, en literatura,
depende del contexto.
E. Para terminar con el espacio reservado para la imaginación
del lector; mencionaremos que si nuestro protagonista entra en el cuarto de
baño, no reparará en el retrete: obvio. Solo lo verá si sobre él descansa una «araña gigante y peluda». Es decir, nos centraremos en
lo extraordinario dentro de lo ordinario de nuestro contexto de ficción. Así
que ¡pongamos muchas arañas gigantes y peludas (metafóricamente hablando) en
el devenir argumental! De igual modo, una cama implica una habitación y no describiremos la habitación si no hay un porqué. El lector «amuebla» con su propia experiencia vital los escenarios y nosotros solo los recrearemos cuando haya un porqué y una justificación.
7. Si
dramatizamos (plano físico) información poco relevante o explicamos/resumimos
(abstracción) información relevante: confundiremos al lector. Si nuestro
protagonista va a comprar el pan y realizamos una descripción sensorial de la
panadería, pero esta panadería nada tiene que ver con el desarrollo del argumento:
cabrearemos al lector. Por el contrario, si para su evolución es importante que el lector se sumerja en la
sensorialidad de la misma y simplemente le decimos que era
muy bonita: le dejaremos insatisfecho. Entonces, decidiremos con precisión qué informaciones dramatizaremos y qué
informaciones explicaremos.
Dramatizaremos
mediante los diálogos (excepto el diálogo indirecto), la actividad mental (artículos 25 y 26) y la
descripción del narrador. La dramatización
muestra/recrea o sugiere (plano físico) e incide en el avance argumental.
No obstante, las abstracciones no quedan totalmente
excluidas de ella. Las utilizaremos cuando supongan el modo más
rápido de llegar a la mente del lector.
Explicaremos (abstracción)
mediante el diálogo indirecto y el resumen del narrador. La explicación
otorga verosimilitud al devenir argumental. Sin
embargo; también podremos recrear físicamente alguna abstracción en el ámbito
del resumen, si nuestro argumento y estilo lo requieren. Las acotaciones suelen suponer indicaciones o explicaciones del narrador para situar al lector.
8. Dosificaremos
la información de las expectativas, contextualizaciones y detalles. Ninguna
información, detalle, gesto, tic, coletilla, símbolo, alegoría, leitmotiv, etc., habríamos de repetirlo más de diez veces a lo largo de la novela. Espaciaremos estas repeticiones.
9. Por último, distribuiremos la carga informativa. Para ilustrar este apartado, recurriremos al programa 77. «El secreto de una descripción equilibrada»,
Marcelo di Marco. Taller de corte y corrección. En este programa corrige un fragmento de un texto de una alumna.
A continuación,
presentamos el fragmento sin corregir:
Lo que recuerdo
bien es su gran nariz curva, y el largo de su rizado pelo oscuro. ¡Y los ojos!
¿Cómo no percibir desde lejos su impresionante brillo? Yo solo había visto esa
mirada de héroe o de villano en
las películas o en alguna ópera de tema bíblico.
Avancé unos pasos
hacia el resplandor de esos ojos, pero no pude seguir: me detuve en seco al
advertir que le pendía del flanco una especie de daga o sable.
Lo resaltado en versalitas indica que hay una carga muy fuerte en esa parte del
texto. Está descompensado y podría «hundirse».
Para corregirlo,
Marcelo di Marco distribuye la información:
Lo que recuerdo
bien es su gran nariz curva, y el largo de su rizado pelo oscuro. ¡Y los ojos!
¿Cómo no percibir desde lejos su impresionante brillo? Yo solo había visto esa
mirada en las películas o en alguna ópera de tema bíblico.
Avancé unos pasos
hacia el resplandor de esos ojos de héroe
o de villano, pero no pude seguir: me detuve en seco al advertir que le
pendía del flanco una especie de daga o sable.
¡Ya conocemos las
pautas básicas en relación con la gestión de la información a la hora de redactar nuestro argumento!
Y en el próximo artículo empezaremos a reflexionar acerca de cómo trabajar nuestro
estilo literario.
Nota: Respecto al estilo literario, hay unas normas generales que deberíamos seguir. Una vez asimiladas, desarrollaremos nuestro estilo (único e intransferible).
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