Cuando nos enfrentamos a la escritura de una novela, lo
hacemos muchas veces dominados por un impulso. Arrebatados por una idea que
surgió mientras manteníamos una conversación con el vecino del cuarto, veíamos Love Actually o leíamos El guardián entre el centeno. Pero, tras
escribir seis o siete páginas, no sabemos cómo continuar. En definitiva, la
inspiración se ha ido bien lejos. Sin embargo, la inspiración no nos ha abandonado. Lo que
ha ocurrido es que hemos intentado abordar este complicado proceso creativo sin
conocer los elementos técnicos que conforman el contenido de una novela y sin
un método de trabajo eficiente.
Es cierto que un escasísimo número de autores no necesita
el conocimiento explícito de la técnica ni requiere un método de trabajo. Estos
autores se sientan a escribir impulsados por el fogonazo de una idea y
escriben una auténtica obra de arte en pocas semanas. Por ejemplo, Dostoievski escribía a una velocidad
vertiginosa para intentar saldar sus deudas de juego. Aunque, muy a nuestro pesar, el resto de los humanos que
anhelamos contar historias (por el motivo que sea); sí necesitamos el
conocimiento de la técnica y un método de trabajo.
Dentro de este grupo se hallaba el Nobel Gabriel García Márquez, quien llamó carpintería de la escritura a la parte técnica de esta profesión.
A continuación, vamos a reproducir sus palabras:
La escritura
de ficción es un acto hipnótico. Uno trata de hipnotizar al lector para que no
piense sino en el cuento que tú le estás contando, y eso requiere una enorme
cantidad de clavos, tornillos y bisagras para que no despierte. Eso es lo que
llamo la carpintería, es decir, es
la técnica de contar, la técnica de escribir o la técnica de hacer una
película.
Una cosa es la
inspiración, otra cosa es el argumento; pero cómo contar ese argumento y
convertirlo en una verdad literaria que realmente atrape al lector, eso sin la carpintería no se puede.
Entonces, deducimos que escribir una novela a nivel profesional está al
alcance de todos. De todos los que estamos dispuestos a aprender la técnica
estructural, narrativa y estilística. De todos los que estamos dispuestos a
encontrar nuestro método de trabajo. Tan solo necesitamos querer y cargarnos de paciencia
(escribir una novela es un proceso largo, que puede ocupar varios años de
nuestra vida).
Para empezar a trabajar en nuestra novela, tendremos en cuenta los siguientes elementos básicos:
― personajes;
― acontecimientos (argumento);
― coordenadas espaciales y temporales;
― narrador y punto de vista;
― actividades mentales (si las hubiera);
― diálogos.
Los personajes
viven acontecimientos, acontecimientos desarrollados en unas coordenadas
espaciales y temporales concretas. Estos acontecimientos, peripecias o aventuras constituyen
el argumento (estructura prefijada).
Como autores, referiremos el argumento:
― a través del narrador
(personaje privilegiado);
― a través de las
actividades mentales (si las hubiera) de los personajes con punto de vista;
― a través de los diálogos
de los personajes.
Para que
nuestra novela funcione:
1. Transmitiremos un mensaje implícito y
potente.
2. Recrearemos principios éticos y morales aunque su
finalidad no sea ni ética ni moral.
3. Criticaremos de manera velada el fragmento de la realidad
que interpretamos y trascendemos.
4. Trabajaremos un buen argumento (salpicado con preguntas
implícitas, indirectas y sutiles a lo largo de su desarrollo).
5. Este argumento estará representado por unos
personajes muy diferenciados entre sí, individualizados y con proyección
psicológica pese a que sean gatos, tazas, marcianos o zombis.
6. El desarrollo argumental contendrá al menos tres
resortes dramáticos. Los resortes dramáticos son aquellos temas que conectan o bien con el subconsciente colectivo de uno o de varios grupos sociales, o bien con
el subconsciente colectivo de la humanidad.
7. Temas como la amistad, el amor de
pareja, la orfandad, la viudedad, la pérdida de un hijo, la ruptura de una
amistad, la traición, los celos, el paro, el alcoholismo, la enfermedad, las
consecuencias de un terremoto, etc., podrían constituir resortes dramáticos.
8. Todo lo que aparezca en el devenir del argumento, hasta
el más mínimo detalle, ha de poseer un porqué y una justificación.
9. Además, necesitamos conocer los
niveles narrativos (narrador, actividad mental y diálogo), las pautas que
regulan la gestión de la información y las reglas estilísticas fundamentales.
Nota: Si alguien nos pregunta de qué trata nuestra novela y
no somos capaces de sintetizar su trama principal en tres o cuatro oraciones, no estamos preparados aún para escribirla.
Ojo: Sin destripar su desenlace.
¡Ya tenemos los cimientos sobre los que edificar nuestros
aprendizajes como novelistas!
En los próximos artículos trataremos de desarrollar y conectar las
cuestiones que hemos mencionado en esta introducción.
No hay comentarios:
Publicar un comentario