viernes, 8 de enero de 2021

Recursos estilísticos I

 

A veces las palabras no fluyen y nuestro estilo no es el adecuado. Pues bien, vamos a mencionar algunos recursos que nos ayudarán ante esta situación:

1. Leeremos literatura de calidad (Gabriel García Márquez, Juan Marsé, Manuel Vázquez Montalbán, Mario Benedetti, Sylvia Plath, etc.) y anotaremos las imágenes que nos «impacten». Así, cuando nos bloqueemos, podremos revisarlas.

Apuntes de El amor y otros demonios (Gabriel García Márquez):

Palidez de lirio.

Añil nauseabundo.

A la sombra evangélica de los naranjos.

 

Apuntes de Cien años de soledad (Gabriel García Márquez):

Un gitano corpulento de barba montaraz y manos de gorrión.

Un lecho de piedras pulidas, blancas y enormes como huevos prehistóricos.

Sofocado por el confuso aliento de estiércol y sándalo que exhalaba la muchedumbre.

Sintió que los huesos se le llenaban de espuma.

Se volvió gordo, violáceo, atortugado.

Nata fibrosa y áspera.

Pálido cuerpo de delfín.

Risa pedregosa.

Pálido de sí mismo y taciturnado por la ausencia.

 

Apuntes de La campana de cristal (Sylvia Plath):

Como una especie de globo negro sin nariz que hediera a vinagre.

Tenía un interesante y ligero olor a sudor que me recordaba a esas hojas festoneadas de helecho dulce que uno desprende y tritura con los dedos en busca del aroma almizclado.

Pavimenté mi plato con tajadas de pollo.

Bajaba directamente del cielo en gotas del tamaño de platillos de café y golpeaba las calientes aceras con un silbido que hacía surgir pequeñas nubes de vapor.

Un vientre de cafetera se hinchaba bajo la ajustada camisa de nailon blanco y sus mejillas eran redondas y rojas como fruta de mazapán. Hasta su risa tenía un tono rechoncho.

A lo largo de un oscuro pasillo de color hígado.

Y al fin sentí que había tocado una cuerda humana en la pata de gallina que era su corazón.

Sus pestañas eran tan largas y espesas que parecían artificiales. Juncos de plástico negro orlando dos piscinas verdes, glaciales.

 

Apuntes de Los mares del Sur (Manuel Vázquez Montalbán):

Ojos rómbicos y opacos.

El sabor verde y ácido del vino le provocaba un cosquilleo detrás de las orejas.

Estanterías de maderas blancas hervidas por la humedad y la penumbra.

 

2. Crearemos nuestras propias imágenes inspirándonos en las de estos autores. Las anotaremos para su futura consulta.

Ejemplos:

Una pálida muchacha con sonrisa de colibrí.

Pavimentó su plato frío con las acelgas que habían sobrado la noche anterior y las cubrió con un manto de kétchup.

Las gotas caían del cielo como pastillas de jabón y reventaban contra el asfalto con un crujido efervescente.

 

3. Leeremos poesía de calidad (Miguel Hernández, Federico García Lorca, José Hierro, Ángel González, Oliverio Girondo, Alejandra Pizarnik, Mario Benedetti, etc.) y anotaremos las imágenes que nos conmuevan. Estas lecturas nos ayudarán a otorgar una dimensión poética a nuestros textos.

 

4. Elaboraremos listas con adjetivos, sustantivos y verbos; de este modo, cuando nos bloqueemos, podremos consultarlas.

Adjetivos: cínico, huérfano, esmerilado, desmemoriado, ventrudo, sádico, impertinente, enlodado, metalizado, aceitado, iracundo, hastiado, melancólico, enrabietado, arracimado, terso, carcomido, sudoroso, desvencijado, hechizado, disecado, festoneado, descarnado, pringoso, glutinoso, perturbado, enconado, goteante, necio, nómada, famélico, inexpresivo, bronceado, risueño, avispado, curtido, apergaminado, esponjoso, crujiente etc.

 

Sustantivos: arañazo, muerte, luna, hueso, sueño, vesícula, espiga, vértigo, gelatina, ribete, manantial, escozor, jirón, venda, tenazas, trauma, muchedumbre, tobillo, desamparo, quejido, estupor, espuela, resaca, pólipo, trinchera, abalorio, voluta, decrepitud, pergamino, cadena, enjambre, panal, bosque, festón, brocado, pájaro, perdiz, vena, nuca, paraguas, empedrado, musgo, musculatura, pulsión, arcilla, ráfaga, vertedero, engarce, crujido, etc.

 

Verbos: abandonar, cuajar, trinar, amueblar, crotorar, comulgar, galvanizar, amortajar, decolorar, hilvanar, arrullar, escalar, balbucear, arrastrar, destilar, salpicar, embadurnar, salmodiar, castrar, exorcizar, dislocar, escoriar, esponjar, agarrotar, atornillar, tapiar, tapizar; conceder, barrer, coser, envilecer, oler, favorecer, anochecer, arder, ascender, caer, carcomer, endurecer, decaer, decrecer, doler, enfurecer, emerger, enloquecer; abatir, mentir, relucir, embutir, exprimir, batir, zambullir, aplaudir, admitir, disminuir, bruñir, abrir, perseguir, deglutir, bullir, deprimir, cohibir, conferir, crujir, etc.

 

5. Crearemos oraciones e imágenes con las listas previas. Las anotaremos y guardaremos para su futura consulta.

Ejemplos:

Se arrastraba por sus sueños ventrudos.

Abrió su paraguas melancólico.

Amueblaba el vacío con huesos de perdices iracundas.

Con su trinar de pájaro desvencijado.

Luna cuajada de muerte.

Olía a lunas huérfanas.

 

¿Empezamos a aplicar estos recursos en nuestros textos literarios?


viernes, 18 de diciembre de 2020

Truco para inspirarnos

 

Es posible que muchas veces sintamos ganas de escribir, pero no sepamos acerca de qué; lo cual suele generar ansiedad. Antes de nada, debemos asegurarnos de que conocemos los elementos básicos a la hora de construir historias:

Argumento

Personajes (ficha de cada personaje)

Espacio y tiempo

Narrador y punto de vista

 

Los hechos que referimos (argumento) aparecen articulados por los personajes. Sin personajes no hay argumento. Estos hechos se ubican en el espacio y en el tiempo, y son relatados por un narrador y su punto de vista. Cabe mencionar que el narrador supone una figura diferente a la del autor. El narrador es el vehículo del que se sirve el autor para contar su argumento. El autor conoce absolutamente todo sobre su historia; sin embargo, el narrador tan solo sabe lo que su punto de vista le permite. Así, grosso modo, si nuestro narrador es un personaje llamado Ana: Ana conocerá su interioridad (sentimientos, sensaciones, emociones y pensamientos) y la exterioridad del resto de los personajes; mas no conocerá la interioridad de los otros personajes ni su propia exterioridad, salvo que se halle ante un espejo.

 

Una vez recordado lo anterior, nos lanzaremos a crear la base de nuestro argumento. Si no nos encontramos muy inspirados, podemos recurrir a un «juego» de fichas. Para ello crearemos tres montones de fichas (personajes, conflictos y resortes dramáticos).

En cada una de las fichas de personajes anotaremos un tipo de personaje (una princesa secuestrada por los enemigos de su padre, una madre viuda con tres hijos, un hombre que acaba de perder su trabajo, un niño huérfano, un mendigo, etc.).

En cada una de las fichas de conflictos¹ anotaremos uno (en el jardín de nuestro protagonista ha aterrizado una nave espacial y unos marcianos de apariencia graciosa le invitan a subir, ¿aceptará?; una mujer descubre que su marido es infiel, ¿le perdona o solicita el divorcio?; el hijo de nuestra protagonista acaba de sufrir un accidente y está en coma, ¿le deja morir o le mantiene con vida?; los hijos de nuestro protagonista y su novia no se soportan, ¿intenta aunar ambos amores o abandona a su novia?; nuestra protagonista descubre que su hijo es un asesino, ¿lo delata o lo encubre?, etc.).

En cada una de las fichas de resortes dramáticos² anotaremos uno (errores de los padres pagados por los hijos, envidia, reconocimiento de un personaje por una cicatriz, ascenso social, el hombre devorado por sus sueños, etc.).

 

¹ Conflictos: confrontaciones de fuerzas antagónicas, dilemas vitales. El personaje ha de efectuar una elección y elija lo que elija, perderá algo.

² Resortes dramáticos: temas y motivos universales que resuenan en nuestro subconsciente colectivo.

 

Ahora elegiremos tres fichas y empezaremos a trabajar nuestra historia. Para comenzar, realizaremos la ficha del personaje y después crearemos la cadena de acción o viceversa.


Ficha básica de personaje:

1. Nombre y apellidos

2. Edad

3. Sexo

4. Nacionalidad

5. Profesión

6. Clase social

7. Apariencia física

8. Carácter

9. Aficiones y costumbres

10. Lados buenos y lados malos

11. Breve biografía

 

Cadena de acción:

1. Situación inicial estancada

Situación inicial en calma.

2. Ruptura

Un acontecimiento, de la índole que sea, fractura esa calma.

3. Conflicto

La ruptura genera un conflicto y el personaje se enfrenta a un dilema vital. Tiene que efectuar una elección y elija lo que elija, perderá algo.

4. Objetivo

El conflicto provoca un objetivo. Se trata de un objetivo vital que se halla lejos y cuya consecución resulta difícil.

5. Lucha por el objetivo con obstáculos

El personaje se ve abocado a luchar para conseguir su objetivo y en esa lucha encuentra obstáculos de intensidad creciente. Cada obstáculo será más complicado que el anterior. Tras finalizar cada obstáculo (victoria o derrota): breves momentos de tranquilidad.

6. Clímax

Se trata del último y más complicado obstáculo.

7. Desenlace

Tras su lucha, el personaje habrá conseguido o no su objetivo vital.

 

Nota: Durante el desarrollo de nuestra cadena de acción iremos trabajando expectativas y expectativas falsas, con mesura, para mantener al lector entretenido.

 

Nuestro personaje será una princesa secuestrada por los enemigos de su padre.

En nuestro conflicto una nave espacial aterrizará en el jardín que circunda la torre donde se encuentra encerrada la princesa. Los extraterrestres, al descubrirla, elevarán la nave hasta su ventana y la invitarán a subir. ¿Aceptará? Curiosidad y miedo.

Nuestro resorte dramático se verificará mediante las culpas de los padres pagadas por los hijos.

¿Nos atrevemos a crear la base de una historia con estos elementos?


viernes, 27 de noviembre de 2020

Niveles narrativos

 

Una vez que ya conocemos las bases para crear una novela, hemos de tener en cuenta que la cristalizaremos mediante los niveles narrativos.

 

Bases para crear una novela:

― Cadena de acción salpicada de expectativas y expectativas falsas

― Interrupciones

― Gestión de la información

― Estilo

 

Niveles narrativos:

― Narrador y punto de vista (artículos 13,14, 23, 24 y 28)

― Actividad mental (artículos 25, 26 y 28)

― Diálogo (artículos 27 y 28)

 

En los niveles narrativos podemos intercalar saltos temporales (flashbacks, raccontos y flashforwards), metaliteratura, sueños, efecto Rashomon (un hecho narrado desde diferentes perspectivas), contrastes, digresiones e historias incrustadas.

 

Nota: No repetiremos información entre los niveles narrativos ni dentro de ellos.

 

Nota: Toda información poseerá un porqué y una justificación. Esto es, incidirá en el avance del argumento, le aportará verosimilitud o desviará la atención del lector (expectativa falsa).

 

Ejemplos de informaciones repetidas:

Perdóname. Silvia se disculpa, baja el tono.

Juan estaba feliz y caminaba silbando.

Vimos a Elisa muy desmejorada. Su piel se hallaba acartonada y verdosa y sus ojos, derrotados por unas profundas ojeras (ejemplo incorrecto).

La piel de Elisa se hallaba acartonada y verdosa y sus ojos, derrotados por unas profundas ojeras (ejemplo corregido).

Subieron al piso de arriba.

Subieron al segundo/tercer piso.

Compraron una botella de vino de Rioja.

Compraron una botella de rioja.

La niña se cayó al suelo.

Lanzaron globos al aire.

De su boca brotaron gritos agudos y excitados.

De su boca brotaron gritos ácidos.

El adjetivo ácido no repite información contenida en el sustantivo grito.


 

El nivel del narrador se conforma del punto de vista, la descripción, el resumen y la acotación de los pensamientos y los diálogos.

 

El narrador puede ser interno o externo.

El punto de vista puede ser interno o externo.

 

Narrador interno: 1.ª persona protagonista y 1.ª persona testigo.

Narrador externo: 3.ª persona protagonista, 3.ª persona testigo y 3.ª persona con punto de vista neutro.

Punto de vista interno: 1.ª persona protagonista y 3.ª persona protagonista.

Punto de vista externo: 1.ª persona testigo, 3.ª persona testigo y 3.ª persona con punto de vista neutro.

El punto de vista interno coincide con el narrador equiescente y el punto de vista externo, con el narrador deficiente.

 

Emplearemos un narrador por capítulo (1.ª o 3.ª persona) y un punto de vista por escena.

Cada capítulo se configura mediante escenas. Escena: unidad de lugar, tiempo, acción y punto de vista; si uno de estos cuatro elementos varía, cambiaremos de escena mediante un espacio activo en blanco.

 

Trabajaremos el narrador en 1.ª persona mediante un punto de vista; sin embargo, el narrador en 3.ª persona admite uno o varios puntos de vista. Por ejemplo, podemos referir nuestra novela a través de dos voces narradoras. Una 1.ª persona protagonista y una 3.ª persona con tres puntos de vista; uno protagonista, otro testigo y otro neutro. Entonces relataremos unos capítulos en 1.ª persona y otros, en 3.ª persona. Dentro de los capítulos en 3.ª persona, trabajaremos cada escena desde un único punto de vista.

El personaje con punto de vista (tanto en 1.ª como en 3.ª persona) conoce, grosso modo, su interioridad y la exterioridad de los otros personajes.

El punto de vista neutro solo puede manifestar lo que se ve y se oye; es decir, lo que registra el «objetivo de una cámara de vídeo». En este caso ningún personaje tiene punto de vista.


 

El nivel de la actividad mental se conforma de las actividades mentales en primera persona y de las actividades mentales en tercera persona.

Actividades mentales en primera persona: monólogo interior, soliloquio y fluir de conciencia. El personaje con punto de vista puede hacer uso de las tres.

Actividades mentales en tercera persona: pensamiento, estilo indirecto libre y fluir de conciencia. Cada personaje con punto de vista empleará una actividad mental desde el principio hasta el final.

Por ejemplo, vamos a referir nuestra novela mediante dos voces narradoras:

— Lorena (1.ª persona protagonista)

Antonio (3.ª persona protagonista/fluir de conciencia)

Blanca (3.ª persona testigo/pensamiento)

Punto vista neutro (3.ª persona)

De este modo, cuando nos enfrentemos a la creación de los capítulos en 1.ª persona: los relataremos desde el punto de vista protagonista de Lorena; quien podrá utilizar monólogos interiores, soliloquios y fluires de conciencia. Y, cuando nos enfrentemos a la creación de capítulos en 3.ª persona: relataremos algunas escenas desde el punto de vista protagonista de Antonio (fluir de conciencia), otras desde el punto de vista testigo de Blanca (pensamiento) y otras desde un punto de vista neutro sin actividad mental.


 

El nivel del diálogo muestra las conversaciones de los personajes. Por lo general, emplearemos el diálogo introducido por la raya.

 

 Nota: La descripción del narrador, la actividad mental y el diálogo siempre deben incidir en el desarrollo del argumento. Por ejemplo, no abriremos una línea de diálogo para plasmar una irrelevancia.


Como mencionábamos antes, cada información de nuestra novela incide en el avance argumental, le otorga verosimilitud o desvía la atención del lector.

Avance: devenir argumental con expectativas.

Verosimilitud: contextualizaciones (espacial, temporal, sensorial y social).

Desvío de la atención del lector: expectativas falsas.

 

La descripción del narrador, las actividades mentales y los diálogos de los personajes materializan el avance del argumento y su verosimilitud.

El resumen del narrador materializa la verosimilitud del argumento y las expectativas falsas.

 

Avance: información principal.

Verosimilitud: información principal y secundaria.

Desvío de la atención del lector: información secundaria.

 

Describiremos, sugeriremos o resumiremos cada información.

Narrador: describe, sugiere y resume.

Actividad mental: muestra (describe) y sugiere.

Diálogo: muestra (describe) y sugiere.

 

Descripción/muestra y sugerencia: información principal.

Resumen: información secundaria.

 

Descripción del narrador, diálogos y actividades mentales: información principal.

Resumen del narrador: información secundaria.

Acotaciones de pensamientos y diálogos: información secundaria.

 

Si en alguno de los tres niveles narrativos (narrador, actividad mental y diálogo); vamos a injertar saltos temporales, metaliteratura, sueños, efecto Rashomon, contrastes, digresiones o historias incrustadas deberán tener un porqué y una justificación. Los saltos temporales, la metaliteratura, los sueños, el efecto Rashomon y los contrastes inciden en el desarrollo argumental. Las digresiones e historias incrustadas ofrecen verosimilitud al avance del argumento aunque no influyan en su devenir.

 

 

¡Pues aquí concluimos esta reflexión acerca de cómo cristalizaremos nuestra novela!