El alma de
nuestra novela está esencialmente constituida por el mensaje que pretendemos transmitir mediante el argumento. A veces surge durante la etapa de correcciones, no
importa. No obstante, hemos de ser conscientes de él antes de entregar nuestro
texto a los lectores. Lo trabajaremos en la cadena de acción o cadenas de
acción y en la ficha de cada uno de los personajes. Lo recrearemos a través de
la voz narradora, la actividad mental y el diálogo sin mencionarlo de manera
explícita. Entonces, forma parte del subtexto; es decir, del espacio
reservado para la imaginación del lector.
El mensaje es muy importante, ya que otorga cohesión a
nuestra obra. Podríamos entender la coherencia como una pared de ladrillos y la cohesión como el cemento. Todos los mensajes ya están cultivados en la literatura, motivo por el cual no nos ofuscaremos buscando su originalidad. Sin
embargo, el que elijamos habrá de resonar en nuestra conciencia.
Mensaje de La
tregua (Mario Benedetti): el hombre hace planes que el destino se encarga
de desbaratar.
Mensaje de La
oscura historia de la prima Montse (Juan Marsé): hipocresía e importancia
de las apariencias en el ámbito de las clases sociales aburguesadas.
Mensaje de Donde el
corazón te lleve (Susanna Tamaro): fracaso y soledad de una anciana que
perdió a su hija porque no supo entenderla.
Mensaje de El
ingenioso hidalgo don Quijote de la Mancha (Miguel de Cervantes): continua
pugna entre la locura y la cordura que rige nuestra existencia.
Bueno, no nos demoramos más y damos paso a la página
titulada El alma de la novela.
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