Ya hemos visto que el motor de nuestra novela es su
argumento; pero ¿cuál es el motor de nuestro argumento? Evidentemente, los
personajes. Sin ellos cualquier argumento se tornaría inviable.
Vamos a dividirlos en principales, secundarios y circunstanciales.
Principales: protagonistas y
antagonistas o coprotagonistas. Los protagonistas pueden ser héroes, antihéroes o
villanos trágicos y los antagonistas o coprotagonistas, antihéroes, villanos trágicos o villanos clásicos.
Secundarios: mentores del protagonista,
mentores del antagonista, aliados del protagonista y aliados del antagonista.
Circunstanciales: circunstanciales con
entidad y sin entidad. Los circunstanciales con entidad pueden ser personajes «besugo», mensajeros y guardianes del
umbral.
Héroe
Los héroes están del lado del bien y
se caracterizan por poseer unos valores éticos y morales firmes. Realizan hazañas encomiables, llegando a anteponer
aquello en lo creen a su propia vida. Ningún héroe alcanzará la perfección (dos o tres defectos definirán su «lado oscuro»).
Ejemplo de héroe: Diego Alatriste y Tenorio, El capitán Alatriste (Arturo y Carlota
Pérez Reverte).
Un héroe también podría ser un cartero, que salva la vida
de un anciano, o un padre viudo que trata de sacar a sus hijos adelante.
Antihéroe
Los antihéroes están del lado del bien porque les
conviene. Poseen varios defectos y algunas virtudes, y tienen su propio código ético. No realizan hazañas encomiables y no están dispuestos a
perder la vida por ningún ideal. Normalmente aparecen acompañados de algún matiz cómico.
Ejemplo de antihéroe: Lázaro González Pérez, El Lazarillo de Tormes (anónimo).
Villano trágico
Los villanos trágicos se caracterizan por arrastrar
un pasado doloroso, el cual justifica su maldad. Suelen caer bien. Poseen muchos defectos
y muchas virtudes.
Ejemplo de villano trágico: Claude Frollo, Nuestra Señora de París (Victor Hugo).
Villano clásico
Los villanos clásicos representan la encarnación del mal. No
tienen escrúpulos y podrían ser psicópatas o sociópatas. Poseerán por
lo menos una virtud.
Ejemplos de villanos clásicos: Yago y el cerdo Napoleón. Yago es un personaje de la tragedia Otelo (Shakespeare) y el cerdo Napoleón
(que simboliza la figura de Stalin) es un personaje de Rebelión en la granja (George Orwell).
Mentores
Los mentores son los maestros
de los protagonistas y antagonistas. Un mentor puede saber más en la teoría (pero no en la
práctica) que el héroe, antihéroe o villano. Aunque también podría darse el caso de que fuera un antiguo héroe, antihéroe o villano.
Ejemplo de mentor: Gandalf, personaje de El hobbit y El señor de los anillos (J. J. R. Tolkien). Gandalf es el mentor de Bilbo, Frodo, Aragorn, etc.
Aliados
Los aliados acompañan a los protagonistas y antagonistas en sus andanzas.
Aliados de Frodo (El señor de los anillos): Pippin, Sam, Merry, etc.
Personajes «besugo»
Los personajes «besugo» ofrecen informaciones importantes para la resolución del argumento. Sus vivencias generan anécdotas, que
pueden convertirse en minitramas. Estas minitramas y anécdotas se
integran en las tramas principales y secundarias.
Ejemplo de personaje «besugo»: el forense que explica, con todo lujo de detalles,
al detective protagonista la causa de la muerte de la mujer cuyo asesinato
está investigando.
Mensajeros
Los mensajeros revelan, en un «descuido», una información
importante para el avance del argumento; información que tal vez de otro modo no hubiera sido descubierta. Un mensajero podría configurarse a través de la típica
vecina chismosa. Sus vivencias generan anécdotas, que
pueden convertirse en minitramas. Estas minitramas y anécdotas se
integran en las tramas principales y secundarias. También se concretizan mediante sueños, cartas y notas.
Guardianes del umbral
Los guardianes del umbral obstaculizan
la entrada del «nuevo mundo» al que neccesita acceder el protagonista,
antagonista o secundario. Normalmente para traspasarlo: el personaje ha de superar una prueba o pagar un tributo.
Sus vivencias generan
anécdotas, que pueden convertirse en minitramas. Estas minitramas y anécdotas se integran en las tramas principales y secundarias. Podrían erigirse en guardianes del umbral los hijos de
nuestra protagonista, que no están dispuestos a aceptar al nuevo novio
de su madre viuda. Es frecuente que estos personajes se hallen a
medio camino entre el estatus de secundario
y circunstancial. También se verifican mediante sentimientos y actitudes, y otras veces están representados por estatuas u otro
tipo de objeto.
Personajes
circunstanciales sin entidad
Los personajes circunstanciales sin entidad tienen una función de bulto o relleno. Ayudan a
completar las tramas y contextualizar espacial, sensorial y socialmente las
escenas. Son muy importantes a la hora de evitar el efecto túnel.
El efecto túnel
se produce cuando estamos tan ensimismados narrando la acción principal de una
escena que olvidamos los sucesos que ocurren a su alrededor. Cuando dicho efecto se genera, es como si viéramos una película cuyos decorados fueran
sábanas azules. Así, si un personaje es atropellado: algún circunstancial
gritará, otro intentará ayudar, etc.
Bueno, no nos demoramos más y damos paso a la página
titulada Los personajes.
Interesante y muy claro... Gracias por compartirlo.
ResponderEliminarMuchas gracias por leerlo y por el comentario.
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