lunes, 24 de septiembre de 2018

El motor de nuestra novela I


El argumento supone el motor de nuestra novela. Sin un buen argumento nuestra novela nunca podrá echar a andar. Surge a partir del enfrentamiento entre el protagonista y su antagonista. El antagonista no tiene por qué ser un personaje; puede ser, por ejemplo, un miedo del protagonista.

El argumento consiste en una fórmula prefijada y se configura a través de un conjunto de tramas. Cada trama principal se conforma de una o dos cadenas de acción y cada trama secundaria, de una. Cada cadena de acción sigue un esquema básico que se divide en una serie de eslabones, los cuales se unen mediante una relación de causa efecto.

Nota: Cuando una trama principal se constituye mediante dos cadenas de acción, el antagonista es un personaje. Si es un concepto, la trama principal constará de una cadena de acción.

A continuación, vamos a enumerar los siete eslabones de una cadena de acción sencilla:
1.  Situación inicial estancada
2.  Ruptura
3.  Conflicto
4.  Objetivo
5.  Lucha por el objetivo y obstáculos crecientes
6.  Clímax
7.  Desenlace

Siguiendo este esquema, generaremos una estructura y captaremos la atención del lector. Además, formularemos preguntas durante su desarrollo.

Nota: Las preguntas que vayamos abriendo tenemos que ir cerrándolas. Al final, todas han de quedar clausuradas; excepto las que supongan expectativas falsas. Si no cerramos un interrogante, estaremos cometiendo un error.

Estas preguntas deberán ser sutiles. Por ejemplo, La mañana en la que Silvia perdería a su padre, se duchó y preparó café. Aspiró el aroma de la taza sonriendo. Se puso una blusa roja y unos vaqueros, y se dirigió a la parada del veinticuatro.

Con comienzos de este tipo, atraeremos la atención del lector; pues se formulará preguntas. ¿Cómo y por qué lo va a perder? ¿Estaban muy unidos? ¿Cómo va a afectarle?

Tras haber formulado una expectativa o cerrado un obstáculo: nos detendremos en anécdotas, descripciones y reflexiones con un porqué y una justificación. Los momentos de calma de nuestro argumento son muy importantes, pero el lector solo los admite cuando intuye que algo relevante va a suceder después. Por lo tanto, si describimos la tranquilidad de una situación cotidiana y no hemos trabajado previamente un punto de tensión: el lector no puede esperar nada y se aburrirá. La mayoría de los lectores lee para entretenerse.


Bueno, no nos demoramos más y damos paso a la página titulada El argumento I.

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