El thriller existencial suele ubicarse dentro de la novela de corte realista. Los
hechos que refiere, generalmente, pueden darse o haberse dado en el mundo que
conocemos.
Toma los componentes del thriller de acción que atrapan al
lector (peligros, confrontaciones, elementos sorpresa) y los mezcla con elementos
configuradores de la novela existencial, filosófica, psicológica y social. Se ambienta en espacios reducidos, urbanos y claustrofóbicos, y se caracteriza por la tensión creciente, los giros inesperados, el uso de flashbacks y del fluir de conciencia. Queda patente que busca una respuesta emocional en el lector.
Recrea un acontecimiento del presente que lleva a rememorar un hecho del pasado. Diálogo constante entre estas dos etapas. El miedo sigue latente a pesar del tiempo transcurrido.
No es necesaria la fuerza física para derrotar al oponente. La mayoría de las veces los enemigos son internos: fobias, locura, impulsos, etc. Si el enemigo es externo (esto es, otro personaje); los conflictos se juegan mediante el engaño y la manipulación mental: terror psicológico.
Los personajes se hallan expuestos a peligros mentales y cosificados. Sus argumentos giran en torno a los traumas y la ansiedad.
Entre sus personajes se encuentran convictos, criminales, víctimas, acosadores, acosados, psicópatas, sociópatas, etc. La delimitación entre buenos y malos es muy difusa (como en la novela negra), y el bueno pierde.
A continuación, vamos a citar
dos ejemplos de thriller existencial:
Una misma noche (Leopoldo Brizuela).
Lágrimas en la lluvia (Rosa Montero).
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