Cuando los personajes toman la palabra, las informaciones
que expresan han de incidir en el avance del argumento. Los diálogos suelen aparecer introducidos por una raya (—),
no por un guion (-). Entre la raya y la primera palabra, no dejaremos espacio. Encontraremos la raya en insertar/símbolo.
Ejemplo:
— En cuanto vuestro padre llegue, cenaremos (error).
—En cuanto vuestro padre llegue, cenaremos (corrección).
Los diálogos de nuestras novelas imitarán a los de la
vida cotidiana, pero sin sus incisos ni divagaciones. Los diálogos en literatura deben ir al grano y expresar más de lo que en apariencia dicen.
En la realidad (verídico) no hay argumento. En la literatura (verosímil/creíble) todas las informaciones tienen un porqué. Esto es: hacen
avanzar el argumento, le otorgan verosimilitud o desvían la atención del lector
(pistas falsas).
No abusaremos de las coletillas ni de otros rasgos
lingüísticos que definan la clase social, la edad y el nivel cultural de cada
uno de nuestros personajes. Los emplearemos de manera esporádica. Es
innegable que otorgan credibilidad al argumento; sin embargo, su abuso fatiga
al lector.
Bueno, no nos demoramos más y damos paso a la página
titulada El diálogo.
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